martes, 13 de noviembre de 2012

Fragmento.

El contadero del tiempo indica las veinte para el séptimo suspiro de la tarde, han caído sobre nuestro suceder los místicos mantos de azul y negro, y el cielo, se prende de luceros, de diamantes finos que tintineantes, dejan escapar el lánguido sonido de un sopor profundo que acontece lento, como el de los niños durmiendo, seguros de que en el sueño no habrá malo, ni bueno. Nos ha cubierto la noche por completo derramando sus calmas sobre el gris que atañe nuestros cuerpos, nos ha caído la noche, nos ha llegado el viento del norte, nos ha tragado la noche, nos ha cogido en desprovisto acierto ¿encontraremos en el palidecer de nuestro día el culmine de este sentimiento? ¿o nos esclavizará por eterno el devenir de nuestro tesonero intento?. Nos ha caído la noche y no hemos encontrado en ella sosiego; nos fundiremos serenos en el caudal siniestro de este relato sin color, ni portento. 

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