viernes, 24 de octubre de 2014

Voces de Ayotzinapa

Me apenan las luces que se apagan cuando cerramos los ojos, 
las risas que se han callado bajo las lápidas de la injusticia,
la  esperanza enterrada en sepulcros clandestinos,
los rostros inflamados de injusticia, 
los retratos que perpetúan la injuria, el dolor y la duda que jamás será esclarecida. 

Me apenan las luces que se encienden por las vidas que se apagan.
Me ensordecen los lamentos mudos y ásperos de las voces que claman justicia que nunca llega. 

Me crespa la dignidad tanto desasosiego, 
los murmullos y el tapiz de los encabezados en los noticieros. 

Me pesa el México callado, el que suplica en el anonimato, 
las flores y cielos huecos, 
como nos van condenando al silencio, 
al olvido de nuestros desaparecidos, 
de nuestros presos, de los silenciados, 
de lo que sufre mi pueblo. 

Y por eso te hablo, 
para dar voz a los que haz callado, 
por que no podrás callarnos a todos,
por que ninguna vida se pierde en vano, 
por que México está despertando.  

Que tema el poderoso, y no vuelva dormir tranquilo. 
Teme poderoso, tenme mucho miedo, 
por que mi voz será la de los desaparecidos, 
los muertos y los mutilados. 

Hoy México está despierto. 
Nosotros encendimos las luces,
dispuestos a comenzar un incendio.

viernes, 19 de septiembre de 2014

De tiempos y relatos

Nos sorprendió el ocaso, así como aparecen las estrellas nos aparecieron en las sienes los hilos blancos de la angustia, la lentitud de los años, la despreocupación de los relojes y la serenidad de los errores pasados.
¡Nos calló la noche como caen los relámpagos!Estruendosos e imponentes, aterradores y francos, violentos y luminosos...
Quisiéramos, ahora, haber amado un tanto más, hablado menos, actuar sin miedo, equivocarnos mucho y haber sido atrevidos. Habríamos querido.
Pero nos sorprendió la vida como sí nunca la hubiésemos vivido. Nos encontró sin nombre, bajo la sensatez del olvido; el olvido de nuestros sueños, del mundo que queríamos, de las metas que nos propusimos, de los niños que fuimos. Nos encontró con el rostro al piso, donde apenas nos reconocimos.
El otoño nos llegó temprano, con sus vientos fríos y las frustraciones magras, con las melancolías servidas en tacitas de café.
La realidad cruda y la madurez sensata nos cogió de los hombros con su mano helada y nos recordó lo que nunca fuimos y jamás aprendimos a ser.  Y ahora que nos enfilamos en la lista de los muertos, buscamos insaciables curar la sed.
En esta entraña de melancolías injustas, nos descubrimos ciegos, queriendo ser, amando poco, anhelando tanto... Sin saber si nos volverá a amanecer...

jueves, 26 de junio de 2014

Los ajenos.

Para "los ajenos," 
esos que  nos miran a "los otros" con los ojos de la vida 
presumiendo distinguir del mundo el trozo magro del desconsuelo, 
donde nos perdemos a ratos,
donde buscamos cubrir los huecos secos del abismo del espíritu. 

Que digan esos,
si es que saben,
¿a dónde va la vida cuando nos olvida?
¿a dónde a escapado la luz que nos dejó ciegos?
¿de dónde viene este extraño viento que nos arrastra?¿a dónde nos lleva?

Las caras macilentas despiertan, 
se retuercen,
sueltan exclamaciones quejosas y chillentas
se zampan un par de malas palabras, 
se retrasan, 
bostezan.

"Los ajenos," 
"los otros," 
"los perversos" 
y "los melancólicos" 
nos juntamos en los corredores, 
en los pasillos estrechos, 
cruzando las calles abarrotadas, 
abriendo y cerrando puertas, 
poniendo getas
restregando las nalgas contra los pupitres, 
estornudando a veces, 
malgastando neuronas, 
perdiendo tiempo,
ganando dinero, 
pretendiendo. 

Las mujeres nos pintamos los labios.

La masa despierta, 
se estira, 
irascible,
arrastra desairada su escasa voluntad, 
malversa un "buenos días", 
callada, 
camina.

Vestidos de pudor "los más"
trazamos con cinismo la rutina del olvido 
entregando desdeñosos el cariño a los silencios largos,
las tardes nubladas, 
el café amargo, 
las noches sin madrugadas. 

Gustamos de azorar el tiempo 
con el movimiento absurdo, 
bruzo y malcriado 
de azotar las yemas de los dedos sobre las mesas 
¡para hacernos sordos! 
para no mirar al que tiene NOMBRE, 
evitando 
encontrarnos que "el verbo" 
de nuestra humanidad más cruda, 
fingiendo arrogantes ingenuidad del mundo, 
callando boca y manos,
temiendo,
escondiendo el idilio magnífico de nuestro pensamiento.

Extinguiendonos.

Despierto, 
me retuerzo, 
bebo un sorbo de mañana, 
estornudo...

¿Cuándo decidirá la evolución alcanzarnos? 
pues si solo los más aptos hemos sobrevivido, 
!ay¡ del mundo, 
del cielito lindo, 
la patria muerta. 

!La consunción de la razón nos ha derruido¡

martes, 11 de marzo de 2014

La fiesta.

Quiero invitarte a la fiesta de mis piernas,
que abre sus umbrales a la media noche .

Deberás traer contigo la elegancia erguida de tu hombría
y entre tus manos fuertes un presente de cálidas caricias.

Habrá de beber licores prohibidos,
que serviré para ti en la copa más fina,
de la que irradia luz y nace la vida.

Te daré de comer del fruto más suave,
ese que robas de la punta de mis labios
y te premia con cantos de placer y muslos arañados.

Te llevaré luego a la alcoba del deseo
donde danzaremos  juntos el baile más viejo,
vistiendo de diamantes finos el más primitivo de nuestros atuendos.

Y terminado el festejo,
dejaré que descanses en la hendidura profunda de mis senos,
mientras nos arrastra el arrullo de la melodía erótica de este planeado encuentro.

viernes, 14 de febrero de 2014

Pensé en decirte "te quiero"

Pensé en decirte "te quiero" y contarle al olvido historias de todo el tiempo que no viví contigo, contarle quizás del miedo, de los sueños que nunca tuve, de las distancias y del frío.

Quise escribirte los versos más viejos, esas palabras claras que cargaba el viento cuando el sol se desmayaba sobre los huertos, pero descubrí, cariño, que no podía darte aquello.

No pude dibujar en complejas rimas lo que mi pecho grita, que no hay más espacio ni más cielo que el que nace de tu cuerpo...

Por eso te miro con simpleza, para decirte "te quiero."

Porque te quiero simplemente, por que simplemente te quiero.

Con la ligereza de los atardeceres, "te quiero"; con la levedad de mis ayeres, "te quiero"; con la pureza de este amor que te reservo "te quiero."

Y te digo que "te quiero" a falta de adjetivos, pues el arrebato ahogado de mi voz,  para evitar un te amo, invoca a la cordura y articulan mis labios en susurros de duda un "te quiero."

Por qué detrás de ese "te quiero" se oculta un verbo, el verbo de mis amores con los tuyos, el verbo del tú y el yo conjugado en su tiempo perfecto -nosotros.

Por eso te quiero con simpleza, con simpleza te digo te quiero.
Por qué te quiero simplemente, por que simplemente "te quiero."