Quiero invitarte a la fiesta de mis piernas,
que abre sus umbrales a la media noche .
Deberás traer contigo la elegancia erguida de tu hombría
y entre tus manos fuertes un presente de cálidas caricias.
Habrá de beber licores prohibidos,
que serviré para ti en la copa más fina,
de la que irradia luz y nace la vida.
Te daré de comer del fruto más suave,
ese que robas de la punta de mis labios
y te premia con cantos de placer y muslos arañados.
Te llevaré luego a la alcoba del deseo
donde danzaremos juntos el baile más viejo,
vistiendo de diamantes finos el más primitivo de nuestros atuendos.
Y terminado el festejo,
dejaré que descanses en la hendidura profunda de mis senos,
mientras nos arrastra el arrullo de la melodía erótica de este planeado encuentro.