Pensé en decirte "te quiero" y contarle al olvido historias de todo el tiempo que no viví contigo, contarle quizás del miedo, de los sueños que nunca tuve, de las distancias y del frío.
Quise escribirte los versos más viejos, esas palabras claras que cargaba el viento cuando el sol se desmayaba sobre los huertos, pero descubrí, cariño, que no podía darte aquello.
No pude dibujar en complejas rimas lo que mi pecho grita, que no hay más espacio ni más cielo que el que nace de tu cuerpo...
Por eso te miro con simpleza, para decirte "te quiero."
Porque te quiero simplemente, por que simplemente te quiero.
Con la ligereza de los atardeceres, "te quiero"; con la levedad de mis ayeres, "te quiero"; con la pureza de este amor que te reservo "te quiero."
Y te digo que "te quiero" a falta de adjetivos, pues el arrebato ahogado de mi voz, para evitar un te amo, invoca a la cordura y articulan mis labios en susurros de duda un "te quiero."
Por qué detrás de ese "te quiero" se oculta un verbo, el verbo de mis amores con los tuyos, el verbo del tú y el yo conjugado en su tiempo perfecto -nosotros.
Por eso te quiero con simpleza, con simpleza te digo te quiero.
Por qué te quiero simplemente, por que simplemente "te quiero."